Hay algo que me despierta todos los años por estas fechas, desde pequeña. Nunca sé cuando va a pasar, aunque perciba que se acerca la noche del suceso esperado.
Es el sonido del primer grillo. Rasca sus patas solo.
Solo no, que yo me levanto, y le acompaño un rato.
Y le doy las gracias por el comienzo del verano.
Luego, él, que es el primero, parece que anima a los demás, y forman banda de concierto en las noches que vendrán.
Concierto con el que yo me duermo.
Pero al primero, le doy la bienvenida despierta y agradecida.