domingo, 15 de mayo de 2011

Jardines implacables.


Boina azul marino en la que reza "implacables".
Regalo de los rugbyman "Les implacables".
Y digo reza porque porque a veces es una petición, otras una especie de plegaria, y siempre una declaración de intenciones.
Referido a...no me vas a placar, en argot de jugador.
Claro que les placan, lo saben, pero cuando cogen el oval, clavan sus ojos en los palos, esquivando, corriendo de lado a lado, y mordiendo el suelo con el balón protegido bajo el vientre...no será por no querer resguardarlo.
Aunque en los terceros tiempo de la vida, tal vez haya que hacer caso al diccionario.
Categoría de honneur, es decir, edades de segunda en cabezas de primera.
Ahora se mezcla un texto leído hoy, acerca del cansancio del alma y la amistad.
Y te ponen la boina en la mano dos armarios roperos de Costa de Marfil, negros y bellos como una escultura, uno campeón de judo en su continente y figurante de ópera en Aída, en sus ratos libres. El compañero, boxeador de nariz intacta aún...cómo puede ser eso, Joel?...lisez vous ta tête...tout y est ici...es buena para tí, ma petite.
Les ví untarse de aceite el uno al otro antes de salir al campo...dos gladiadores calentando músculo agarrotado por los años recorridos fuera del césped, o tierra cuarteada, lo que toque. Como todos los demás.

Hoy la he sacado del armario. Por mi tercer tiempo protegido en las tripas.
Por una boina que aún no tengo y ya existe en algún puesto callejero.
Y en el lago de mi ombligo, césped de nuestro jardín implacable.

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